En medio de una de las transiciones más inesperadas dentro de la procuración de justicia federal, Ernestina Godoy Ramos quedó al frente de la Fiscalía General de la República luego de que Alejandro Gertz Manero presentara su renuncia. El movimiento se dio en cuestión de horas, pero no fue improvisado: Gertz dejó firmado un nombramiento que colocó a Godoy al frente de la Fiscalía Especializada de Control Competencial, un cargo que, por ley, permite asumir de inmediato la titularidad como encargada de despacho de la FGR.
Godoy, quien hasta ese momento se desempeñaba como Consejera Jurídica de la Presidencia, dejó su puesto para tomar control de la fiscalía. Su llegada ocurre en un momento de alta presión política, social y mediática sobre el sistema de justicia, marcado por casos pendientes, investigaciones sensibles y reclamos ciudadanos por resultados más claros y contundentes.
La abogada —con una larga trayectoria en el servicio público, diputaciones locales y federales, y conocida por ser la primera Fiscal General de Justicia de la Ciudad de México— asume ahora la conducción provisional de la institución mientras el Senado inicia el proceso para definir a la persona que ocupará el cargo de manera definitiva. Su nombramiento no le impide participar en la terna que eventualmente será enviada por el Ejecutivo.
La decisión detonó reacciones inmediatas. Para algunos sectores, el nombramiento garantiza continuidad y disciplina institucional; para otros, abre interrogantes sobre la independencia de la fiscalía en un momento clave. Su paso en la fiscalía capitalina estuvo marcado por elogios y críticas: desde avances en casos emblemáticos hasta cuestionamientos por presunta selectividad en investigaciones. Ese historial ahora acompaña su llegada a la FGR.
El ajuste en la cúpula de la fiscalía ocurre mientras el país enfrenta delitos de alto impacto, investigaciones rezagadas y exigencias crecientes por un sistema de justicia más eficiente y menos opaco. Con la salida de Gertz Manero, quien estuvo en el cargo desde 2019, se abre una nueva etapa donde Godoy tendrá que equilibrar las tareas urgentes, la presión pública y el rol de transición hacia la definición del próximo titular oficial.
Por ahora, será ella quien tome las riendas de la institución encargada de investigar los delitos federales más relevantes del país, en un contexto donde cada decisión será observada con lupa y donde la legitimidad dependerá más de los resultados que de los anuncios.
